¿Por qué no avanzo en mi curso de español? (Primera parte)

Si estás estudiando español, quizás en más de una ocasión te hayas hecho la misma pregunta. De pronto, te sientes estancado y, lo que antes era emocionante, ahora se ha convertido en un laberinto sin salida. Te lamentas porque no ves la recompensa, a pesar de todos tus esfuerzos ¿Te suena familiar?

En nuestro artículo de hoy te explicaremos las causas que pueden estar afectando tu progreso académico. También, te brindaremos algunos consejos para superar los obstáculos que se te presenten en el camino. ¡Así que vayamos al lío!

El temido período crítico

Seguramente, alguna vez has escuchado la frase “perro viejo no aprende nuevos trucos”. Es un dicho español muy conocido, que se refiere a la disminución de las habilidades de una persona para formarse después de cierta edad. Conforme nos hacemos mayores, estudiar un idioma nuevo se convierte en un verdadero reto. Pero, ¿qué hay de cierto en eso?

Según diversos estudios, existe un período ideal de adquisición del lenguaje, que se denomina período crítico (también llamado período ventajoso o privilegiado). La mayoría de las investigaciones coinciden en que ocurre durante la infancia temprana. Según esta hipótesis, postulada por E. Lenneberg (1967), con la llegada de la pubertad, la capacidad para aprender una lengua decrece. Nuestro cerebro pierde plasticidad y ya no es tan flexible.

Si bien esta realidad fisiológica incide en tu proceso de aprendizaje, de ninguna manera lo determina. De hecho, en las últimas décadas se han publicado numerosas investigaciones que rebaten la hipótesis del período crítico. Lo que parece estar claro es que el estudiante adulto debe activar otros mecanismos —si se quiere más activos y conscientes— para hablar un segundo idioma, a diferencia de los niños.

Afortunadamente, el incremento de la edad trae consigo otras ventajas. Posees más experiencia, capacidad de discernimiento y habilidades para resolver problemas. No olvides que, como adulto, albergas conocimientos que te permiten efectuar asociaciones beneficiosas.

En nuestra escuela, animamos a los alumnos de cierta edad a aprovechar la sabiduría adquirida con los años. Proponemos diversas tareas que contribuyen a atenuar los efectos relacionados con la plasticidad cerebral. De igual manera, brindamos un entorno enriquecido con experiencias sensoriales, como la exploración activa, la interacción social y la estimulación cognitiva.

Por otro lado, debemos descartar la idea de que el aprendizaje se dará de forma automática, únicamente por vivir en un país donde se hable español. Exige del alumno una aproximación más proactiva al proceso. Requiere trabajar con paciencia y aceptación en aquellos aspectos mejorables. Y hay que rentabilizar los múltiples recursos que se tienen.

No cabe duda de que los niños son esponjas que absorben su entorno sin apenas esfuerzo. En cambio, tú eres una compleja máquina capaz de expandir tus conexiones cerebrales a conciencia. ¡Sácale provecho! Te tomará algo de tiempo, esmero y perseverancia. Pero, como reza el conocido refrán… “Nunca es tarde, si la dicha es buena”.

Aptitud vs actitud

Antes que nada, debemos diferenciar la aptitud de la actitud. La primera, es el potencial para operar competentemente en una determinada labor. Esto incluye tus habilidades innatas y todas aquellas destrezas adquiridas. En cambio, la actitud nos habla de la disposición que tienes para llevar a cabo dichas actividades.

Es bastante habitual que los alumnos de español se centren en la falta de aptitudes naturales cuando empiezan a aprender. Tal vez, la gramática no se te da bien o te resulta muy difícil pronunciar correctamente. No logras recordar las conjugaciones, mucho menos retener el vocabulario suministrado en clase. Debes realizar grandes esfuerzos para comprender lo que dicen los nativos y es prácticamente imposible seguir el hilo de la conversación. Resumiendo…¡Eres malo para los idiomas!

Todo lo anterior puede tener algo de cierto. Sin embargo, por experiencia, sabemos que con la actitud correcta lograrás compensar en buena medida dichas deficiencias. ¿Y qué significa tener una actitud correcta?

  • Mantener la mente abierta a otras maneras de abordar el aprendizaje.
  • Sacarle el máximo partido a las habilidades que sí posees.
  • Aceptar el error como parte del proceso.
  • Perseverar en tus metas.
  • Sentirte apasionado y comprometido con lo que haces, aunque te resulte complicado.

En definitiva, es una cuestión de actitud y no de aptitud. Tal vez la gramática no sea tu fuerte, pero logras cantar las canciones de Shakira en español sin problema. Aunque no lo creas, esta habilidad puede convertirse en una aliada a la hora de estudiar los aspectos más formales de la lengua. Solo hay que buscarle la vuelta. Y tu profesor de español puede ayudarte con eso.

La meseta del nivel intermedio

Por fin has alcanzado el anhelado nivel intermedio (B1-B2) y, de pronto, te sientes completamente estancado. El progreso que venías experimentando se ha detenido, no consigues integrar en tu discurso todo lo que has aprendido e incluso cometes errores que antes no hacías. Entonces, querido estudiante, has llegado a la meseta del nivel intermedio.

Para entender este fenómeno, primero hay que saber cómo funciona el aprendizaje de un idioma. Muchas veces tenemos la falsa idea de que es como subir una escalera con peldaños independientes entre sí. O una especie de videojuego, en el que vamos desbloqueando niveles, una vez que resuelves las diferentes pruebas. Pero nada más alejado de la realidad.

Este proceso se asemeja más a la forma de un espiral ascendente. La complejidad va en aumento, pero también se produce un repaso profundo y constante de todo lo aprendido en las fases anteriores.

No te preocupes. Es usual no experimentar progresos significativos cuando accedemos a la meseta de los niveles intermedios. Esto ocurre porque la labor del estudiante se enfoca más hacia la práctica, la integración y la profundización de lo que ya sabe.

Pero, ¿cómo transitar esta meseta sin caer en la frustración? Primero que nada, debes trazar objetivos factibles y llevar un seguimiento de aquellos errores o dificultades que vayas superando. Un pasito a la vez.

Aunque transcurra mucho tiempo hasta que logres expresar el modo subjuntivo correctamente, de seguro habrá estructuras que irás dominando a lo largo del camino. Hay que celebrar cada pequeño triunfo.

Igualmente, ten en cuenta que manejas una cantidad mucho mayor de reglas, vocabulario, estructuras y usos que en las etapas iniciales. Incorporar todo ello orgánicamente requiere de práctica, constancia, tiempo… ¡Y toneladas de paciencia!

Así que, si ya te mueves por los terrenos de la meseta del nivel intermedio, aprovecha este tiempo para repasar contenidos vistos, ahondar en el vocabulario, mejorar la pronunciación y conquistar los pequeños objetivos diarios. Tu viaje sigue en marcha, únicamente ha cambiado el sentido. ¡Sumérgete en la experiencia!

¿Cómo aprendo mejor?

Muchos estudiantes se decepcionan cuando no ven resultados, pese a poner todo su empeño en las clases de español. Se queman las pestañas estudiando las conjugaciones irregulares, pero no hay manera de que se almacenen en su memoria. A veces, todo lo que creen haber aprendido desaparece de sus cabezas y sienten que han vuelto al principio. ¿Por qué sucede esto?

Aunque existen diversos factores coadyuvantes, una de las principales razones es la forma que tienen los alumnos de aprender. Algunos, captan de inmediato la información contenida en un artículo de prensa, mientras que otros son capaces de repetir perfectamente frases que han escuchado en la calle. A este modo particular en que cada estudiante lleva a cabo los procesos de adquisición y aprendizaje se le denomina estilos de aprendizaje.

En tal sentido, se afirma que no existe un estilo único, sino la contraposición de unos con otros. De igual manera, esta noción se relaciona también con la manera de percibir el mundo (visual, auditivo, táctil y cinésico) o con el concepto de las inteligencias múltiples, desarrollado por H. Gardner. En la didáctica de ELE, se hace referencia a los estilos de aprendizaje concreto, analítico, comunicativo y basado en la autoridad, por nombrar algunos.

Cuando un estudiante debe enfrentarse a una tarea opuesta a su tendencia natural de aprendizaje, es posible que le cueste ejecutarla. Nuestra escuela de español propone dinámicas y ejercicios destinados a atender los diversos estilos de aprendizaje. Cabe destacar que, en una clase grupal, no siempre resulta sencillo atender las necesidades individuales de cada miembro.

Si deseas superar estos obstáculos, te recomendamos identificar tu estilo de aprendizaje. Para ello, puedes realizar cualquiera de los cuestionarios online que hay disponibles. También funciona hacerse preguntas del tipo: ¿Cómo he logrado aprender las cosas a lo largo de mi vida? ¿Qué se me da mejor para retener e integrar conocimientos? ¿Cómo me gusta aprender? ¿Qué cosas son fáciles de memorizar para mí? ¿Qué técnicas de aprendizaje uso en mi rutina diaria?

Una vez que lo hayas descubierto (o al menos intuido), puedes hablar con tu profesor para que conozca tu estilo de aprendizaje y logre adaptarse mejor a él. Adicionalmente, procura repasar los contenidos de la clase con ejercicios o técnicas que te resulten más naturales y productivas, según tu forma natural de asimilar los conceptos.

Aprender cualquier idioma es también un viaje de autoconocimiento. La mayoría de las veces no depende del propio camino, sino de los medios que uses para recorrerlo. ¡Anímate a descubrir tu estilo para que continúes progresando en tu curso de español!

Constancia… a medias

¿Te has matriculado en un curso intensivo, no te saltas ninguna clase, sigues la programación de clase al dedillo, pero aún así no consigues progresar? Despreocúpate, es más habitual de lo que crees.

La mayoría de veces confiamos en que el trabajo del aula es más que suficiente para aprender un idioma. Y relacionamos la constancia con asistir diariamente a una clase. Pero hay un detalle que los estudiantes suelen olvidar: el trabajo en casa.

Resulta imprescindible incorporar la práctica en nuestro día a día, más allá de las paredes de la academia. Por esa razón, nuestra escuela de español acostumbra enviar deberes a los estudiantes. Eso está bien, pero además hace falta un empujoncito extra…

Para empezar, te sugerimos que analices muy bien lo siguiente:

  • ¿Qué aspectos te gustaría mejorar?
  • ¿Qué conocimientos de la lengua necesitas para afrontar tu vida cotidiana?
  • ¿Qué cosas te apetece aprender?
  • Finalmente, establece una lista de los objetivos que pretendes lograr y organiza tu agenda.

La idea es que abras un espacio para practicar español por tu cuenta, aparte de tus obligaciones académicas. Si no dispones de suficiente tiempo después de tu clase, no te angusties. Con 30 minutos al día podría bastar, siempre que te dediques de forma exclusiva a ello.

Establecer una rutina puede que te resulte difícil al principio. Pero si mantienes la constancia y añades oportunidades para la práctica fuera del aula, te aseguramos que verás progresos más pronto de lo que imaginas.

¡Pero recuerda! La constancia se alimenta de la ilusión. Disfruta el proceso y aplaude tus avances, aunque sean pequeños. Cada día suma.

Ansiedad, ansiedad, ansiedad…

Aprender español bien podría equipararse a subir una montaña en espiral. Nuestros alumnos se convierten en escaladores y poco a poco van ascendiendo, con la ayuda de los profesores-sherpas. Sin embargo, en algún punto del recorrido, el escalador mira la cima y empieza a llenarse de ansiedad por todo el camino que le falta por andar. ¿Te ha pasado alguna vez?

La mayoría de estudiantes transitan por períodos de ansiedad que, lejos de acercarlos a su meta, los retrasa o paraliza en seco. Este sentimiento de temor, inquietud o nerviosismo se presenta cuando nos sentimos amenazados por un peligro externo o interno. Y, en muchas ocasiones, basta con anticipar las situaciones negativas para llenarnos de ansiedad.

¿Has experimentado momentos de ansiedad en tu clase de español? Si es así, te invitamos a analizar por qué te sientes de esa forma. Acaso temes no cumplir tus objetivos a tiempo o no satisfacer las expectativas de los que te rodean. Quizás te asusta pensar en que jamás podrás comunicarte correctamente. Te preocupa perder el tiempo o el dinero. O, simplemente, te sientes tonto y lento.

Sea cual sea la razón, por ir más rápido no se llega más lejos. La ansiedad puede conducirnos a la parálisis. También afecta nuestra capacidad para procesar la información, memorizar y organizar el pensamiento. En definitiva, la ansiedad es el peor enemigo del estudiante.

Instruirse en cualquier disciplina requiere tiempo y paciencia. Aprender español es una carrera de fondo. Por ello, te recomendamos centrarte en las tareas cotidianas y valorar los pequeños logros de la jornada. Habita tu presente sabiendo que estás un paso más cerca que ayer de lo que deseas lograr.

Además, no olvides que es normal equivocarse ¡De hecho, es hasta una buena señal! Puede que no lo sepas, pero muchos de los errores que cometen los estudiantes, en realidad, son una evidencia de que están asimilando ciertas estructuras. El error hace parte del proceso y sirve como punto de referencia para medir el avance.

Así que, cuando te sientas invadido por la ansiedad, respira y confía. Lo que hoy te parece una montaña inalcanzable, con el tiempo, se irá convirtiendo en una pequeña colina.

Esperamos que te haya gustado nuestra publicación de hoy. La próxima semana seguiremos hablando de otros factores que inciden en tu aprendizaje y te propondremos más soluciones útiles. ¡No te pierdas la segunda parte de este artículo!

Recuerda que en nuestros cursos de español aprenderás esto y mucho más. ¡Echa un ojo a nuestro listado de cursos  y empieza a mejorar tu nivel de español hoy mismo!