Las Fallas de Valencia, están llenas de matices, sentimientos y tradición. El arte de la calle, como son las Fallas se extiende a todos los rincones de la ciudad. No sólo lo hacen en forma de monumentos que acabarán irremisiblemente devorados por las llamas, sino en un placer para cada uno de los sentidos.

Las Fallas son emoción para propios y extraños, pólvora para nuestro olfato, estruendo para nuestros oídos y buñuelos de viento para nuestro paladar.

Aunque es un secreto que no todo el mundo sabe, no sólo de paella vivimos los valencianos 🙂 

La cultura del buen comer es algo que abarca a toda la Península Ibérica y Valencia tiene sus propias tradiciones arraigadas a cada evento. Es usual que en España cada festividad se asocie con un tipo de celebración en la que se suele incluir algún tipo de alimento o plato especial. De esta manera, tenemos muchos platos que iremos viendo a lo largo del blog. Hoy queremos traeros el que consideramos más típico durante las fallas, como son los buñuelos.

Para los valencianos Fallas es a buñuelos, como nueve de octubre es a mazapán. No hay monumento fallero que no tenga un puesto de buñuelos junto a él. Como tampoco hay barrio o esquina que no huela a este manjar y que acompaña a las fallas desde sus orígenes. 

Cuenta la historia, que a inicios del Siglo XIX, cuándo se empezaba a quemar la madera de los carpinteros que en el futuro darían paso a las fallas, las mujeres endulzaron aquellos días con buñuelos.

Con esta información en mano, podemos decir que las primeras buñoleras de Valencia fueron sin duda las mujeres de los carpinteros. Aquellas que sacaban a la calle esos bidones que llenaban de aceite y con apenas unos pocos ingredientes endulzaron y pusieron sabor a aquel comienzo de lo que hoy conocemos como Fallas.

Cada familia y buñolería tiene sus propios trucos, aunque la receta es muy sencilla y prácticamente se mantiene igual que la original. El origen de la receta, igual que ocurre con la paella, son muy humildes, ya que provienen de tiempos de necesidad. 

En el caso concreto de los buñuelos, los ingredientes son tan sencillos que estamos seguros de que cualquiera puede tenerlos en su casa. Aunque parezca increíble, unos buenos buñuelos de viento se hacen con levadura, harina, agua y un poco de sal que les da ese mordisco crujiente. Y para hacer los buñuelos con esa forma tan característica, basta con coger una bola de la masa en la mano, aplastarla con el pulgar para realizar el agujero central y dejarla caer sobre aceite muy caliente. En apenas medio minuto tenemos listo el buñuelo.

Aunque estos buñuelos son los más tradicionales, con el tiempo se agregó la calabaza a la receta. En la escuela de español, tenemos la suerte de estar ubicados cerca una de las buñolerías más antiguas de la ciudad, en pleno centro del barrio de Ruzafa. Es una de las pocas buñolerías de la ciudad en las que se pueden degustar buñuelos durante todo el año. 

Esta buñolería se llama El Contraste, y está ubicada en la calle San Valero 12, a menos de un minuto andando desde la escuela. Allí, si os asomáis a su interior, podéis ver cómo se elaboran los buñuelos desde hace ya cuatro generaciones y cuyo negocio hoy es regentado por Mariano Catalán Blasco. 

Esta buñolería es toda una institución en la ciudad y un punto de referencia y encuentro de todos los vecinos del barrio de Ruzafa. Incluso según en algún lugar nos han contado, ha llegado a cocinar buñuelos en Nueva York, en el mismísimo Central Park en 2006, reivindicando la importancia de los “bunyols de carabassa”. 

Si quieres saber algo más sobre los buñuelos y la tradición que hay detrás. Desde la escuela del Rincón del Tándem te animamos a sentarte en la terraza de El Contraste y disfrutar estas Fallas de tan preciado manjar bañado en un buen chocolate caliente. Y si quieres probar una de sus especialidades más suculentas, ves un jueves a degustar sus buñuelos de naranja.

¿A qué esperas para endulzar tu vida?